El salmón es uno de los pescados más ricos que existen, no solo por su sabor, sino por la cantidad de propiedades y nutrientes que alberga.
Es fuente de ácidos grasos importantísimos para la salud como el Omega 3, es una proteína muy limpia, tiene muchísimas vitaminas como la B12, la B6, la niacina, y de minerales como el selenio, el magnesio y el calcio.
Por ello, es beneficioso para el corazón, disminuye las inflamaciones, previene trastornos relacionados con procesos cognitivos como el Alzheimer, mejora la salud ocular, etc. así que está considerado uno de los alimentos más saludables que hay.
Ahora bien, si queremos comer salmón… no nos podemos olvidar de que también es un pescado, por lo general, bastante caro (sobre todo si es de calidad).
¿Cómo comprar salmón y ahorrar?
A mí me encanta el salmón, así que siempre compro un salmón entero fresco (es más barato que comprar medio, o mucho más que en bandejas, por supuesto).
Le pido que me lo limpien, y me hagan solomillos.
La cabeza y la espina central pido que me la guarden para dársela a mi madre, que con eso hace unos platos de arroz y patatas impresionantes.
Con los solomillos hago paquetitos individuales y al congelador. Es una forma sencilla de comer pescado, porque lo sacas a descongelar a mediodía, y tienes un rico pescado para cenar (recordad que hablamos de que el pescado en la cena es mejor).
¿Cómo identificar cuando el salmón no está fresco?
Para identificarlo debemos observar:
– Que los ojos estén “saltones” como diría mi madre, que no tenga los ojitos grises. Parecerá una broma, pero es muy efectivo.
– Que la piel resbale, un salmón fresco tienes que cogerlo con las dos manos porque “se te escapa”.
– Que no tenga babilla marrón.
– Las agallas: siempre que compréis un salmón entero (que ya hemos dicho que vale más barato) tiene que llevar cabeza… si se la han quitado previamente: malo.
Y las agallas tienen que estar rojas rojas, y sangrar.
Lo vais a ver claramente en dos fotos que os voy a poner:
– Tiene que oler bien. Aunque os parezca raro porque asociamos el olor a pescado, como malo. Pero no, el pescado fresco no huele mal realmente; el pescado pasado huele fuerte, es penetrante, se queda hasta en la ropa.
– El color. El color del pescado tiene que estar brillante. Se nota cuando un salmón es fresco porque su piel es brillante y viva.
Y con esto, espero haberos ayudado a aprender algunas cosas más sobre el salmón.
Si queréis ver formas de cocinarlo, acudir a este post.
Besines!!